NOS VAMOS DE VACACIONES: ENTONCES, ¿QUIéN RIEGA LAS PLANTAS?

Hay varios métodos y consejos para que, aún en su ausencia, sus plantas puedan seguir hidratadas y sanas. Conozca sus mejores opciones.

Además de buscar pasajes baratos, cuadrar los calendarios de todos, reservar estadía y mirar qué hay para hacer en el día a día, otra de las complicaciones logísticas de la época de vacaciones es solucionar uno de los dilemas eternos de las ausencias: ¿qué hacemos con las plantas?

Si bien algunas especies son resistentes a ciertos periodos de sequía, otras requieren niveles constantes de humedad o, simplemente, resienten mucho la falta de riego al que ya están acostumbradas. Una especie de adherencia al calendario de agua, si se quiere.

Entonces, de cara a unos días de tranquilidad, bien vale la pena solucionar estos asuntos a la par de cuál vestido de baño lucirá mejor para las fotos al borde de la piscina.

¿Cómo regar las plantas durante las vacaciones?

La mejor opción aquí, y si acaso la más lógica, es pedirle a alguien que pase una o dos veces a la semana (dependiendo de la extensión de su jardín casero) para regarlas y revisar que no estén sufriendo por exceso o ausencia de agua.

Antes de irse de vacaciones es importante revisar el estado general de las plantas para saber si alguna está sufriendo por exceso o falta de agua o si (ojalá no) alguna es huésped de alguna plaga (la cochinilla algodonosa es una de las más comunes y más difíciles de erradicar). Pero de esto ya hablaremos más adelante.

¿Qué pasa si la opción de un buen samaritano que le riegue las plantas no está sobre la mesa? No se preocupe, aún hay cartas por jugar.

Lo primero es aplicar un riego justo antes de salir de vacaciones, pues esto le compra algo de tiempo hasta la siguiente ocasión que necesite aplicar agua. Puede sonar obvio, pero, a la vez, puede ser la solución si se trata de una ausencia corta, por ejemplo.

Lo segundo aquí es que un cambio temporal de ubicación puede ser beneficioso (para algunas especies). Dependiendo del clima en el que habite (y de las necesidades de luz), puede ser útil correr sus plantas hacia lugares más sombreados de su casa. Ojo, si se trata de especies que necesitan cantidades constantes y abundantes de luz, este consejo no aplica. Pero si estamos hablando de variedades que no necesitan (o que resienten) la luz directa, ponerlas en lugares más sombreados y frescos ayudará también a conservar humedad durante su ausencia.

Una combinación de todas las formas de lucha (riego antes de salir, una ausencia corta y algo de sombra) puede ser la combinación perfecta para mantener sus plantas saludables durante su ausencia.

Ya entrando en materia, una de las opciones más populares es el goteo que, como su nombre lo indica, hidrata sus plantas mediante una entrega constante, aunque dosificada, de agua mientras está fuera de casa.

El método más común implica una botella plástica con agujeros en la tapa: la botella se llena de agua, se inserta en la tierra y la física se encarga del resto.

¿Cuántos huecos debe tener la tapa? Bueno, esto va a depender de las necesidades de riego de cada planta y el número de días que usted estará afuera.

Otra de las opciones, especialmente para plantas que requieren de una humedad constante, es instalar un plato con agua debajo de estas. Hay que aclarar acá que, dependiendo de las necesidades de cada especie, el plato debe quedar en contacto directamente con la matera o se pueden separar, mediante una capa ligera de piedras (esto permite una hidratación más leve y regulada).

Por otra parte, el goteo también se puede administrar mediante unos dispositivos llamados bombillas de riego, que se pueden conseguir en diversos almacenes.

Ahora bien, si va a invertir en métodos para regar las plantas, las materas de autorriego pueden ser su mejor opción (también una de las más costosas, hay que decirlo).

En justicia, esta es una opción que no sólo funciona para cuando esté de vacaciones, pues la idea es que se encargan de mantener regadas sus plantas siempre.

La idea esencial de estas materas es que cuentan con unos depósitos de agua (por lo general en el fondo de la matera) que van liberando líquido en la medida en la que la planta lo requiera. Así se mantienen hidratadas por periodos largos, como un mes.

Revise sus plantas y comprenda sus necesidades

Lo primero acá es entender que los tamaños, especies, ambientes y ubicaciones importan mucho a la hora de determinar la cantidad de agua que debe recibir una planta, por eso en este caso el primer consejo es asesorarse bien a la hora de adquirirla: pregunte por necesidades de iluminación, abono, poda y por supuesto riesgo. Eso le dará una base para entender qué tipo de planta tiene.

Dicho esto, hay que tener en cuenta que es muy probable que su planta le muestre algunas señales para avisarle que hay exceso de riesgo. Tome nota.

Revise muy bien los tallos, si se ven caídos y pesados puede que la base de los mismos ya haya comenzado a podrirse por el efecto del agua encharcada. Si la base del tallo adquiere un color oscuro y se pone blanda, quiere decir que las raíces han adquirido hongos y se están pudriendo.

Si esto último ya ha ocurrido, saque la planta de la matera y revise las raíces: si son de color marrón y huelen a moho o a podrido, su planta está infectada de hongos y el daño es irremediable. De hecho se recomienda tirarla y aislarla de inmediato, pues es probable que se propague a otras plantas vecinas.

Las hojas también son un buen medidor para saber cómo está de agua su planta: si sus puntas se ven marrones, quiere decir que hay demasiada humedad, lo mismo si las hojas completas adquieren un color amarillento y se caen. Esto se conoce como clorosis y ocurre cuando a la hoja le falta clorofila, lo que lleva a que la planta no pueda hacer su proceso de fotosíntesis.

Si haciendo el recuento de síntomas detectó algunos que ha visto en sus plantas, hay casos en los que se pueden recuperar si actúa con rapidez (esto en los escenarios en los que el daño no está muy avanzado). Si puede sacar la planta de la matera, hágalo sin dudarlo. Retírela y seque las raíces con una toalla de papel que absorba la humedad. Si las raíces están blancas, quiere decir que está sana y aún se puede trabajar.

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