CIUDAD DE PANAMá, MáS ALLá DE UN CENTRO FINANCIERO

Viajar

Ciudad de Panamá, más allá de un centro financiero

En el istmo, donde confluyen el Pacífico y el Caribe, hay aventuras naturales, historia y una oferta de placeres para el paladar y el cuerpo.

JUAN PABLO SIOFFI - LA NACIÓN (ARGENTINA) - GDA

Los viajes que valen la pena nunca caben en una postal, ya que esa foto no significa nada sin el camino recorrido. Las paradas en la ruta abastecen de combustible, alimento y, sobre todo, ilusión. Porque todas cumplen siempre con una condición: ser menos que el punto de llegada.

Sin embargo, la República de Panamá hace rato que rompió con esa regla y dejó de ser una escala en los vuelos internacionales para convertirse en el destino mismo. El lugar que debía alimentar las expectativas ahora es la promesa cumplida.

Apenas el avión inicia su descenso y atraviesa las nubes, la primera imagen que ofrece Panamá es una larga estela de barcos de carga y un inverosímil manojo de torres vidriadas apiñadas sobre un pedacito de tierra, como clavadas en una almohadilla para alfileres.

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Cualquier video promocional de un país latinoamericano puede mostrar la fuerza del océano Pacífico, la calma del Caribe, el vértigo urbano o la voracidad de la selva. Pues bien, este país tiene todo eso a dos horas de distancia entre cualquiera de los puntos. Compras, hoteles 5 estrellas, playas y reservas naturales para aventurarse a pie o surcarlas con una pelota de golf.

El canal de Panamá

El canal de Panamá está involucrado en el 6 por ciento del comercio internacional y aporta un 6,8 por ciento al PBI del país. Ese pequeño eslabón del continente americano se convirtió en un polo magnético para los negocios. De los cuatro millones de personas que habitan ese país, un millón son extranjeros. Las finanzas y las corporaciones transformaron la ciudad colonial en un emporio de sofisticación y lujo.

Por eso, el canal se convirtió en la principal atracción turística del istmo y es una parada obligatoria para quienes visitan el país por primera vez. Hay dos opciones para conocer esta obra de ingeniería de más de 100 años que acortó el viaje de transporte entre los océanos Pacífico y Atlántico.

La primera es el Centro de Visitantes de Miraflores, ubicado a 15 minutos en carro desde Ciudad de Panamá. Allí cuentan con exhibiciones y un teatro IMAX que cuenta la historia de la construcción de la obra narrado por Morgan Freeman, pero también se puede observar el paso de un barco por el sistema de las esclusas.

El segundo punto es el Centro de Visitantes de Agua Clara, ubicado en Colón, a una hora de la capital, y del lado del Atlántico. Agua Clara tiene las esclusas más nuevas y grandes de la ruta; además, como plus, este punto ofrece a sus visitantes la posibilidad de recorrer un sendero ecológico que se encuentra allí.

Las entradas para extranjeros están en el rango entre 8 y 18 dólares para el punto de Miraflores y entre 5 y 10 dólares para el de Agua Clara. El recorrido dura aproximadamente una hora y media.

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Opción de hotel de lujo

A tan solo 15 minutos en carro desde el aeropuerto de Tocumen se encuentra The Santa María, a Luxury Collection Hotel & Golf Resort, una opción para silenciar el barullo citadino. Este complejo se encuentra en medio de una urbanización que incluye negocios, restaurantes, canchas de golf y departamentos de mil metros cuadrados que pueden superar fácilmente el millón de dólares.

El faro de la comuna Santa María es este hotel que logra un perfecta mezcla entre un servicio exclusivísimo y la vibra caribeña. Allí ofrecen servicios de spa, como masajes de relajación, recuperación muscular, desintoxicación con envolturas de barro caliente con algas naturales, entre otros.

El campo de golf cuenta con 18 hoyos diseñados por Jack Nicklaus, considerado el mejor golfista de la historia. Y el restaurante y bar ofrecen otra experiencia de nivel. La oferta de mariscos, pescados de río y mar es abrumadora, al igual que el café de especialidad. Pero toda parada rutera tiene que ofrecer un buen corte asado, y la gastronomía panameña se luce también en las carnes.

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Estadías cortas y largas

Aquí arribamos al meollo del turismo panameño. Todo lo visto hasta aquí se puede disfrutar en una semana o en dos días si se quiere aprovechar las ventajas del stopover de la aerolínea local. El país tiene una reputación intachable como escala en vuelos internacionales, pero también muchísimo para ofrecer hacia sus distintos puntos cardinales.

“Panamá es mucho más que un canal. Simplemente es cuestión de comunicarlo mejor”, asegura Víctor Concepción Peren, miembro de la Asociación Panameña de Hoteles, quien luego repite como un mantra: “Una de las maravillas de este destino es que tienes una ciudad con un casco antiguo espectacular, que es Patrimonio de la Humanidad, a cinco minutos de una ciudad cosmopolita, y luego, a pocos minutos, la playa en el Pacífico. Y a una o dos horas, ya tienes el Caribe”.

La República de Panamá propone distintas piezas turísticas para encastrar con unas pocas horas de transporte.

A la ciudad se le arriman las tres grandes zonas del Caribe: Bocas del Toro, el área de Colón y la comarca de San Blas, donde, al ser una reserva protegida, se puede vivir una experiencia bien playera, lejos de las cinco estrellas.

Pero a esta experiencia también se le debe adosar la riviera del Pacífico, donde el clima es un poco más amable con el visitante, y el sol y la playa se pierden en las montañas.

Aquí la oferta hotelera se distingue por la preservación del medioambiente. Por ejemplo, para levantar el Buenaventura Golf & Beach Resort Panama (Autograph Collection) se calculó el largo potencial de las raíces de un impresionante árbol de más de 100 años y toda la construcción se hizo a su alrededor.

Este hotel tiene un centro de recuperación de animales y un sendero de avistamiento de aves. “Al tener fuentes de agua permanentes, vamos a observar muchos playeros y mosqueros que cazan los insectos. Aquí se reportó el último pájaro aceitero, que en Venezuela se llama guácaro”, recuerda Fernando, el guía del equipo.

Más allá de estas actividades pensadas para el entretenimiento familiar, este hospedaje se esmera en preservar la cultura autóctona de la zona. Las 114 lujosas habitaciones respetan los colores y la idiosincrasia de la arquitectura colonial.

Por supuesto, la naturaleza no opaca la gastronomía local (adaptada al perfil internacional de los huéspedes), el laboratorio de cacao ni los servicios de spa o los paseos en kayak. Y, no obstante la sucesión de atracciones, el visitante aún no llegó a playas blancas. A unos 60 metros, detrás de las palmeras, espera un tibio y arrebatado océano Pacífico.

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Tres ciudades en una

Panamá se promociona como el país con tres ciudades en una. Está Panamá Viejo, un sitio arqueológico protegido que fue fundada en 1519 y destruida posteriormente por piratas; luego se encuentra el casco antiguo, que data de 1613 y es un distrito colonial, lleno de color, ofertas gastronómicas, hoteles, museos y la mejor vida nocturna de la capital panameña (es considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco), y por último está la ciudad moderna, que se divisa desde el avión, con rascacielos y donde opera el mundo financiero.

Ciudad de Panamá también se consolida como una ciudad gastronómica: a pesar de ser pequeña cuenta con cuatro restaurantes en la lista de Latin America’s 50 Best Restaurants.

AUTOR: JUAN PABLO SIOFFI (*)

LA NACIÓN (ARGENTINA) - GDA

(*) Con información adicional de EL TIEMPO

Este artículo fue publicado en la Edición Domingo de EL TIEMPO

JUAN PABLO SIOFFI - LA NACIÓN (ARGENTINA) - GDA

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