¿PARA QUé SIRVEN EVALUACIONES COMO LAS PRUEBAS PISA?, ESTO DICE LA UNESCO

Carlos Henríquez, coordinador del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de Educación (LLECE) de Unesco, en entrevista cuenta que impulsar las evaluaciones del sistema educativo en la región (como hace Colombia con el ICFES) es fundamental para tener un mayor contexto de los estudiantes y así conocer cuáles son sus conocimientos y habilidades.

En San Andrés se llevó a cabo una conferencia para analizar el panorama actual de la educación en América Latina y el Caribe y los principales sistemas de evaluación con los que cuentan los países de la región. Uno de los participantes de este evento fue Carlos Henríquez, coordinador del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de Educación (LLECE) de Unesco.

Henríquez, en entrevista, señala que impulsar este tipo de evaluaciones en la región (como hace Colombia con el ICFES) es fundamental para tener un mayor contexto de los estudiantes y poder conocer cuáles son sus conocimientos y habilidades. “Con estos datos, el objetivo es recuperar, transformar y dotar de posibilidades a los estudiantes”, añade.

Sin embargo, hace una invitación para tomar con cautela los resultados de estas evaluaciones (como pasó hace unos meses con las Pruebas Pisa), pues asegura que tenemos que ir más allá del número y entender qué hay detrás de esos resultados. “Tenemos que apoyar a los colegios y los maestros en la acción de mejora”, comenta.

Medir los conocimientos de los estudiantes no resulta en un mayor rendimiento académico, pero llevar a cabo estas pruebas sí es importante, ¿por qué?

Es importante poner la evaluación al servicio del propósito mayor que es saber dónde están los estudiantes en sus conocimientos y habilidades para generar los apoyos pertinentes, contextualizados, direccionados, para que puedan avanzar en esa trayectoria de mejora. En Latinoamérica y el Caribe hemos revisado que hemos avanzado, por ejemplo, el ICFES es pionero en términos del desarrollo de los sistemas de evaluación, pero ahora ya no basta solo con evaluar, sino cómo esta evaluación es un medio para el propósito y fin mayor, que es recuperar, transformar y dotar de posibilidades a los estudiantes. Ahí está el desafío en los sistemas educativos, de coordinarse para que esto le haga sentido a los maestros y directivos para que movilicemos la acción de mejora que es lo central en los sistemas escolares de nuestra región.

¿Cuáles son esas evaluaciones que están haciendo un trabajo valioso en los países de la región?

La región en su conjunto ha ido avanzando sustantivamente en tener sistemas de evaluación para la mejora. Desde 1994, con el Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERSE), el LLECE ha hecho un esfuerzo regional para tener información de sus países y así tomar mejores decisiones. Se ha ido transitando paulatinamente. Colombia, por ejemplo, es pionero en estas evaluaciones. Uruguay ha avanzado en la forma de su evaluación formativa y Chile en ampliar los sistemas de evaluación y en mirar procesos para la mejora de aprendizaje.

En estos 30 años, ¿cuál ha sido el principal aporte del LLECE a la región?

El principal aporte es colocar en una conversación común de la región de tener información para la toma de decisiones. La información es un medio, no es un fin, porque el principal objetivo es que los niños tengan bienestar y aprendizaje, pero la información y la evaluación nos permite saber dónde estamos para poder conocer en lo que vamos avanzando y lo que tenemos que mejorar. Hoy en día, después de 30 años, hay sistemas de evaluación en todos los países y eso es gracias a un plan del LLECE de fortalecer el desarrollo de capacidades, porque, a diferencia de otras evaluaciones internacionales, no dice solo lo que hay que hacer, sino que capacita a los equipos para que aprendan cómo lo se puede hacer finalmente. 

En América Latina hay muchas comunidades indígenas, ¿cómo volver más diversos estos exámenes y no generar una barrera para estas comunidades?

Es una dificultad en los sistemas educativos por la diversidad lingüística que tenemos en nuestros países. El tema es que después de los primeros años de edad, no necesariamente necesitamos tener evaluación, en este caso, del español o de la lengua materna. Hay buena experiencia en Ecuador, donde han incluido en las evaluaciones estas lenguas étnicas propias. Pero, el desafío es que hay países que tienen 30, 40 y hasta 80 lenguas y eso se transforman en una dificultad. Lo bueno es que hay avance y se debe ir complementando.

Este tipo de evaluaciones analizan la calidad de la educación, pero este concepto está muy ligado al de la equidad. ¿Cómo medir la calidad de un sistema educativo en una región tan desigual como América Latina?

La calidad de la educación siempre es más grande de lo que se puede evaluar con cualquier evaluación, sea nacional e internacional. Pero las evaluaciones nos entregan ciertos elementos centrales de lo que deberían aprender y que entendemos por calidad. Desde esa perspectiva es muy importante que la información la utilicemos para la mejora. Tenemos una región con mucha desigualdad, porque dependiendo de dónde nace un niño son las oportunidades que terminan teniendo. Por eso la necesidad de políticas educativas que contrarresten esto y la evaluación tiene que estar en el servicio de este proceso mayor.

Recientemente, conocimos los resultados de las Pruebas Pisa. Los titulares señalaban que el país se mantenía en los últimos lugares o que había caído en matemáticas, ciencias y lectura. ¿Cuál es una buena estrategia para no ser alarmantes con estos resultados y tomarlos con más cautela?

Es difícil en el mundo actual tomar pausa y generalmente nos quedamos con lo alarmante, porque en nuestra región uno de cada dos niños en tercer grado no comprende un párrafo y no hace una operación básica en matemáticas. Pero más allá de lo alarmante que pueden ser los titulares, tenemos que seguir trabajando la forma en cómo comunicamos y no centrarnos en un número. Debemos entender qué hay detrás de esos resultados y qué saben y qué no los estudiantes para apoyar a los colegios y los maestros en la acción de mejora. Eso sí, esos resultados deben permean la formación docente, el acompañamiento docente, el apoyo de la escuela, la política educativa a nivel nacional y también subregional. No nos podemos quedar con el resultado, sino que tenemos que generar una acción que pueda transformar y poder mejorar la educación. El desafío es pasar de la evidencia a una que sea significativa para los maestros y los tomadores de decisiones en los distintos niveles del sistema educativo.

La mayoría de exámenes analizan el desempeño en matemáticas y lenguaje, ¿cree que se deben ampliar a otras áreas?

Si un estudiante no tiene habilidades de lectura y matemática, no va a poder desarrollar su proyecto de vida y no vamos a poder ni siquiera hablar de habilidades del siglo XXI, porque no estamos resolviendo el problema central: que sepa desenvolverse en términos de la lectura y de habilidades matemáticas. En todos los países tenemos que fortalecer ese compromiso de cómo impulsar las competencias fundamentales de nuestros niños, es la acción que estamos fomentando desde Unesco y es un compromiso de la Agenda 2030. Además, no debemos renunciar al bien mayor que es el bienestar y aprendizaje de los niños. Es fundamental apostarle a las habilidades socioemocionales, a la competencia ciudadana, el bienestar integral y, en la medida, poder tener instrumentos que ayuden a saber el desarrollo de estas competencias.

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