HALLAZGOS DE AEROCIVIL EN ACCIDENTE AéREO DONDE MURIó UN NIñO DE TRES AñOS

En octubre de 2022, un avión privado se salió de la pista del aeropuerto de Santa Marta y causó la muerte del menor. El Espectador conoció el informe final de la Aeronáutica Civil sobre el caso, donde se determinó que quien piloteaba la aeronave era el empresario Milton Cabeza, hermano de Orlando Cabeza, dueño de Helistar; sin embargo, en los planes de vuelo aparecía como copiloto.

Casi dos años después de la muerte de un niño de tres años, arrollado insólitamente por una lujosa avioneta que no pudo despegar del aeropuerto Simón Bolívar, de Santa Marta, terminó saliéndose de la pista y llegando hasta la playa, la Aeronáutica Civil culminó la investigación del accidente y determinó que la responsabilidad fue enteramente del piloto y el copiloto que tripulaban la aeronave. Es decir, constató que el avión Cirrus SF50 Visión Jet, de matrícula HK5342-G, no presentó fallas mecánicas y que, por lo tanto, la falta de pericia de la tripulación provocó el siniestro en el que, además del menor fallecido, tres personas resultaron heridas. Según este reporte oficial, quien iba al mando de la avioneta era Milton Cabeza Peñaranda, propietario de la aeronave y hermano de Orlando Cabeza Peñaranda, dueño de la firma Helistar, que en la última década ha logrado jugosos contratos por más de $417.000 millones con Ecopetrol.

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Una investigación de la revista Cambio reveló detalles de un proceso adelantado por la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) en donde se indaga si Helistar fue favorecida con licitaciones hechas a la medida por la estatal petrolera y sus filiales en el mercado Cenit y Ocensa para proveerles servicios de transporte en helicópteros. Por cuenta de esta historia de presuntas prácticas anticompetitivas y pliegos sastre, la SIC formuló pliego de cargos contra estas cuatro compañías el pasado 26 de abril, al encontrar que en todos los procesos de contratación entre 2011 y 2023 se impusieron requisitos injustificados que favorecieron las pretensiones de Helistar S. A. S., pero eso no es todo. Una reciente investigación de Univisión y La Silla Vacía desempolvó un informe de inteligencia de las autoridades, fechado en 1996, que relaciona a Orlando Cabeza como piloto de la mafia. Dicha referencia está consignada en un fallo del año 2000 contra el narcotraficante Luis Enrique Miky Ramírez.

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Orlando Cabeza Peñaranda —antiguo expiloto de la Policía— negó estos señalamientos en el reporte de Univisión y La Silla Vacía e insistió en que la Embajada de Estados Unidos —a la que también Helistar le presta servicios de transporte, pues le dio un contrato en 2022 por US$1,4 millones— no le quitó la visa, sino que esta se le venció y decidió no renovarla. Lo cierto es que, en apenas dos décadas, Cabeza Peñaranda pasó de ser un hombre de clase media en Norte de Santander a tener una de las firmas de transporte aéreo más prósperas de Colombia. De hecho, su pasado y el de su familia han estado en el radar de la prensa. Por ejemplo, en febrero de 2023, gracias a una alianza del consorcio de periodistas Forbidden Stories, El Espectador reveló que Milton Cabeza, hermano de Orlando y piloto del avión siniestrado en Santa Marta, contrató los servicios de la firma española Eliminalia (a la que acuden empresarios y gente poderosa señalados de corrupción o bajo sospecha para borrar contenidos en internet). La investigación de este diario estableció que en 2020 Cabeza le pidió a Eliminalia desaparecer varias publicaciones en las que se contaba un viejo escándalo durante la alcaldía de Gustavo Petro —el de la importación de camiones de basura— en donde él y su hermano Orlando eran mencionados.

De vuelta al caso central de esta historia —la muerte del niño Jaider Daniel de la Hoz, de apenas tres años—, la investigación de la Aeronáutica Civil documentó que el plan de vuelo de la avioneta Cirrus que terminó accidentada fue solicitado por la firma Helistar. El informe de 65 páginas, conocido por El Espectador, revela aspectos hasta hoy desconocidos. Por ejemplo, quien figuraba oficialmente como piloto de la aeronave era Carlos Guillermo Malaver, que acreditaba más de 6.200 horas de vuelo, y como copiloto Milton Cabeza, quien “tenía una experiencia relativamente limitada en la operación de aeronaves, con un total de 480 horas de vuelo”. No obstante, se determinó que Milton Cabeza era quien piloteaba la avioneta el día del trágico accidente, ocurrido el domingo 16 de octubre de 2022, y que Malaver lo asistía. “La ubicación en la silla derecha del piloto instructor, que desempeñaba la función de copiloto y no la de piloto instructor, constituía una desviación de la configuración de la aeronave cuando vuelan dos tripulantes (…) Muy probablemente esta composición irregular de la cabina de mando no fue detalladamente analizada por la tripulación para minimizar los riesgos”, señaló la Aeronáutica Civil.

En ese contexto, se documentó que cuando la avioneta Cirrus se disponía a tomar vuelo el día del accidente con destino a Bogotá, la tripulación abortó el despegue al escuchar un ruido de origen desconocido que nunca constituyó un peligro para los siete ocupantes, más la maniobra tuvo otro momento de aceleración por casi tres segundos antes de volver a pisar el freno. “Se estima que esta inusitada aplicación de potencia prolongó la distancia de parada de la aeronave hasta en aproximadamente 138 metros (…) La distancia recorrida durante esta aceleración súbita y momentánea contribuyó a agravar la falta de efectividad del frenado y concurrió para un mayor desplazamiento de la aeronave hasta más allá del perímetro del aeródromo para detenerse. La alta velocidad de la aeronave durante el abortaje y la fuerza aplicada por la tripulación sobre los frenos hicieron que se superara la capacidad máxima de absorción del sistema y los frenos perdieron efectividad”, se lee en el informe de la Aeronáutica Civil, que añadió: “La aeronave no se detuvo; abandonó la pista, cruzó la zona de seguridad y la vía perimetral del aeródromo, rompió la malla perimetral del aeródromo, atravesó una vía pública y finalmente impactó contra un árbol ubicado cerca del malecón, bajo cuya sombra se ubicaba un puesto informal de ventas”.

La conclusión del reporte oficial sobre la responsabilidad en este caso fue la siguiente: “Excursión de pista como consecuencia de la realización de un innecesario abortaje del despegue con alta velocidad, en una pista de longitud limitada; maniobra que fue motivada por un ruido de origen indeterminado, mientras la aeronave se encontraba aeronavegable”. Desde el día del accidente, la familia De la Hoz Miranda ha reclamado una reparación por la muerte de su hijo e instauró una demanda contra el Estado y la firma Helistar ante el Juzgado Séptimo Administrativo de Santa Marta. La acción legal ya fue admitida. Andrés Peña Aragón, abogado de la familia, asegura que no hay dudas de que Milton Cabeza era el propietario de la aeronave y que iba como piloto principal cuando debía ir de copiloto. Según Peña, Milton Cabeza tiene intereses comerciales en Helistar, donde su hermano Orlando es uno de los mayores accionistas.

A pesar del músculo financiero de esta compañía —quizá la más grande del sector—, ni el señor Cabeza ni ningún representante de Helistar se ha acercado a la familia De la Hoz Miranda para ofrecer una compensación por la insólita muerte de Jaider Daniel. “La Aeronáutica determinó que la tripulación de la aeronave fue causante del accidente por desatención y error de procedimientos en el decolaje. Por este caso también interpusimos denuncia que hoy cursa en la Fiscalía 30 seccional de Santa Marta en cabeza del fiscal Moisés Aroca. Cuando ocurrieron los hechos se activaron las alarmas de emergencia, pero solo acudieron a ayudar a la tripulación y pasajeros de la aeronave siniestrada, pero a los accidentados por el avión no les dieron ninguna ayuda paramédica ni traslado en ambulancia medicalizada. Tal vez si al niño le hubieran prestado primeros auxilios se le habría dado alguna expectativa de vida o supervivencia”, manifestó el abogado de la familia.

Lisbeth Miranda, madre del niño, dice que desde que falleció su hijo menor su familia se rompió para siempre y sus días son un eterno bucle de tristeza. Jaider Rafael de la Hoz, su padre, mecánico de carros en Santa Marta, añade: “Por mucha plata que le den a uno, siempre quedará el vacío en mi corazón. Esa plata nunca va a llenar el vacío que me dejó ese muchacho. Pero por lo menos que sean conscientes y que indemnicen a la familia bien indemnizada; si es que eso no fue cualquier cosa: fue un niñito de tres años”. El abogado Peña Aragón sostiene que la póliza de seguro de la aeronave siniestrada “es muy confusa, no hay nada sobre daños a terceros como consecuencia de accidentes, solo para tripulación y pasajeros”. Mientras el caso avanza en la jurisdicción administrativa y en la Fiscalía, las pretensiones de la familia, según el abogado Peña, son de cerca de $2.000 millones.

Con un ingrediente final: la demanda se interpuso mucho antes de este informe concluyente de la Aeronáutica Civil, que asigna responsabilidades concretas a la tripulación de la avioneta del accidente y, en particular, establece que Milton Cabeza Peñaranda, quien era mucho más inexperto, piloteaba la aeronave. El Espectador se comunicó con Cabeza Peñaranda, quien dijo escuetamente que el informe del Aerocivil tenía muchas inconsistencias, que había pedido a esa entidad claridad al respecto y que hasta que Aerocivil resolviera su petición no diría más. Este diario también buscó a César Alvarado, representante legal de Helistar, quien afirmó: “No somos los dueños de la aeronave ni la operábamos. Lo único que hicimos fue prestarle un servicio de parqueo. No tenemos ninguna responsabilidad en ese accidente”.

Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.

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